¿Qué ves cuando me ves?
Mirando
la realidad con los ojos de las mujeres
Ni flores, ni bombones: el 8 de marzo es un día de lucha
El 8 de marzo
de 1908, 129 obreras de la fábrica textil Cotton de Nueva York murieron
calcinadas en un incendio provocado intencionalmente por las bombas
incendiarias que les arrojaron ante la negativa de abandonar la fábrica tomada
por los bajos salarios y las pésimas condiciones laborales que padecían. Poco
después, miles de trabajadoras marcharon por las calles en demanda de aumento
de salario y mejores condiciones de vida. Y es recién en 1910, durante un
Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, que se proclama al 8 de marzo
como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a aquellas que
llevaron adelante las primeras acciones de mujeres trabajadoras organizadas
contra la explotación capitalista.
A pesar de que
los medios y muchos gobiernos han convertido a esta fecha en un lavado “día de
la mujer”, muchísimas mujeres en todo el mundo salen a las calles para
denunciar la situación a la que aún siguen sometidas y para luchar por los
derechos que todavía no se han alcanzado, reviviendo el espíritu y el coraje de
aquellas pioneras.
Muchas
personas tal vez pensarán que las cosas han cambiado y que hoy las mujeres
estamos mejor. Y en parte es verdad, porque gracias a la lucha y a la organización
hemos conseguido avanzar en muchos terrenos. Pero nadie nos regaló nada, todo
tuvimos que pelearlo. Y la lucha no ha terminado. Basta con mirar el mundo a
través de los ojos de las mujeres para darnos cuenta de las graves situaciones
que aún sufrimos las mujeres, en cada situación cotidiana, en cada lugar de la
sociedad. Por eso en este día, desde la COMPA queremos compartir como mujeres
nuestra visión de la realidad, qué problemáticas que nos aquejan y qué desafíos
que tenemos por delante. Pero sobre todas las cosas, cómo podemos avanzar en la
lucha por nuestros derechos y una vida digna.
Contra todo tipo de violencia
Difícil es no
empezar hablando de la violencia, o más bien, de las distintas formas de
violencia que nos atraviesan e interpelan constantemente. Porque si ya de por
sí el sistema capitalista es violento y excluyente, no debemos olvidar que se
complementa con el patriarcado, para dominar, explotar y oprimir a millones de
mujeres alrededor del planeta. Es desde ese lugar que hablamos de múltiples
formas de violencia. Hablamos de la violencia económica y laboral,
que nos hace más difícil acceder a un trabajo digno, sostenerlo, ganar el mismo
salario que un varón en un puesto idéntico, en una palabra, desarrollar nuestra
autonomía económica; hablamos también de la violencia simbólica,
esa que nos martilla la cabeza desde los medios de comunicación y la
publicidad, que nos intenta imponer estereotipos y nos muestra modelos
inalcanzables de supuesta plenitud y felicidad, que nos condena a ser “madres,
santas o putas”; nos referimos también a la violencia psicológica,
a que nos griten cosas en la calle, que nuestras parejas, padres, patrones nos
humillen, denigren o controlen. Y, por supuesto, también hablamos de la violencia
física, esa que se descarga sobre nuestros cuerpos a través de
una cachetada, un disparo o ser prendidas fuego. A estas situaciones que
terminan en la muerte les debemos la palabra femicidio que se
escucha tanto lamentablemente en los últimos tiempos: el asesinato cometido por
un hombre hacia una mujer a la cual considera de su propiedad.
Estas formas
de violencia de género están muy instaladas en la sociedad y se hacen muy
difíciles de desnaturalizar. Si la violencia hacia las mujeres sigue siendo
pensada como “celos que son el condimento del amor” o “crímenes pasionales” se
complica mucho más comprender sus causas y enfrentarla.
La
violencia de género es un problema social y político. En el 2006 se sancionó la
“Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres”, la cual es un logro importante de tantos años de lucha del
movimiento de mujeres en la Argentina y es una herramienta de lucha muy
importante. Pero lo cierto es que el presupuesto destinado a las políticas
públicas para prevenir y, sobre todo, asistir a las mujeres víctimas de
violencia, es insuficiente.
Por otra
parte, es necesaria una transformación del sistema judicial y de sus leyes. La
justicia continúa impregnada de machismo: se nos maltrata permanentemente cada
vez que vamos a hacer una denuncia, se nos investiga a ver si decimos la
verdad, se nos obliga a transitar trámites interminables que nos siguen
violentando. Nos preguntamos: ¿hasta cuándo?
Se trata de nosotras
La trata de
personas es uno de los mayores negocios a nivel mundial, junto con el tráfico
de armas y el narcotráfico. En nuestro país, en los últimos tiempos el tema
empezó a cobrar algún tipo de relevancia mediática, aunque siguen siendo
cientos las mujeres que están desaparecidas, en plena democracia, y que son
explotadas sexualmente en prostíbulos a lo largo y ancho del país. Muchas ya
fueron “exportadas” a otros países, como mercancías.
Es el caso de
Marita Verón, quien está desaparecida desde hace 10 años y que la única
información que se tiene sobre su secuestro y explotación es a causa de la
incansable lucha de su madre, Susana Trimarco, que se ha convertido en un
ejemplo para el movimiento de mujeres en la Argentina. A lo largo de estos
años, mediante su investigación y militancia, ha logrado desnudar la
vinculación entre el sistema político, judicial, policial y los/as tratantes de
personas. En su camino, liberó a cientos de mujeres que se encontraban en
distintos prostíbulos del norte argentino.
En los
últimos tiempos se dice que en Argentina no existe impunidad para quienes han
violado los derechos humanos. Nosotras nos preguntamos: ¿y los derechos de las
humanas? Que te secuestren, te violen y te vendan, ¿no es acaso una violación a
los derechos humanos?
Desde el
2008 existe la ley contra la trata de personas, pero no se ha desmantelado una
sola red de trata, no hay nadie verdaderamente importante preso, los
prostíbulos siguen aflorando y las desaparecidas continúan desaparecidas. Una
vez más: ¿hasta cuándo?
Aborto legal para no morir
En este 8 de
marzo, desde la COMPA queremos también reafirmar nuestro compromiso firme con
una lucha fundamental: la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. Venimos
de un 2011 donde el debate sobre la despenalización y legalización de la
interrupción voluntaria del embarazo estuvo muy presente por el tratamiento del
proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto en el Congreso.
Sin embargo el
proyecto no fue tratado, perdió estado parlamentario y está más que claro a
través de los discursos de la presidenta que se trata de un tema que “no está
en la agenda”.
Necesitamos
conquistar el derecho a decidir libremente interrumpir un embarazo no deseado.
Pero el gran problema es que, a pesar de no tener ese derecho legal, el aborto
existe. Y la ilegalidad del aborto es una de las problemáticas de salud pública
más importante en nuestro país.
Aunque el
Ministerio de Salud no lo reconozca: somos centenares de miles las mujeres que
abortamos por año, y quienes no podemos hacerlo por cuestiones económicas en
situaciones de salubridad, morimos. Eso es lo que ponemos en discusión
constantemente: es una realidad social que las mujeres abortamos y fallecemos
por hacerlo clandestinamente.
Por otra
parte, tampoco se respeta el derecho al aborto en los casos que lo permite el
Código Penal, no se cumple con la ley. Estamos hartas de las situaciones en las
que niñas y mujeres deben mendigar un aborto en hospitales públicos luego de
haber sido violadas. Estamos hartas de que se les imponga la maternidad no
deseada en nombre de los derechos del embrión.
También les
preguntamos a las mujeres que se sienten identificadas con este gobierno:
¿vamos a seguir permitiendo que mueran nuestras hermanas, compañeras, hijas, madres?
¿O vamos a redoblar la apuesta para conquistar nuestro derecho a vivir y elegir
sobre nuestro propio cuerpo? ¿Vamos a dejar que decida la presidenta cuándo es
el momento, que decidan los/as legisladores/as o vamos a salir con todo a
imponer que nuestra necesidad se transforme en un derecho? ¿Vamos a
plantarnos y exigir que se aplique la Ley de Educación Sexual en todas las
escuelas del país? ¿Qué se repartan anticonceptivos gratuitos? ¿O nos vamos a
quedar esperando a que por arte de magia las corporaciones médicas y las
iglesias dejen de ser un obstáculo? ¿A qué intereses responde el Ministerio de
Salud de la Nación, a quién representa? Una vez más, ¿hasta cuándo?
Mujer bonita es la que lucha
Por todo ello
y sin lugar a dudas, este 8 de marzo nos va a encontrar en las calles, buscando
la unidad del movimiento de mujeres y del movimiento feminista para salir a dar
todas las batallas que aún tenemos pendientes.
Ver el mundo a
través de los ojos de las mujeres es ver muchísimas injusticias, es ver opresión
y explotación, es vernos mutiladas y violadas. Pero también, y por sobre todas
las cosas, es vernos resistiendo con coraje y alegría, sabernos luchadoras, conocernos
rebeldes.
Ni fiesta ni
conmemoración: ¡ESTE 8 DE MARZO CELEBRAMOS LA LUCHA!
¡SEGUIREMOS EN LUCHA HASTA QUE TODAS SEAMOS LIBRES!
¡Basta de violencia contra las mujeres!
Educación sexual para decidir, anticonceptivos para
no abortar, aborto legal para no morir.
Aparición con vida de todas las mujeres y niñas
secuestradas por las redes de trata para la prostitución.
Desde las 15hs jornada de actividades en Plaza de Mayo
Panel: Mujeres y Salud organizado por la COMPA
18hs Movilizamos a Congreso