El Servicio Paz y Justicia (Serpaj), organismo defensor de los Derechos
Humanos que preside el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, denunció
los apremios y las agresiones que sufrió un delegación de la organización, a la
que se le impidió la libre circulación en la madrugada del pasado domingo 12 de
febrero a la entrada de la ciudad de Andalgalá, en la provincia de Catamarca.
El Serpaj repudió el accionar de grupos civiles promineros, la impunidad
con que se mueven, la ausencia de libertad para circular libremente por
Andalgalá, la falta de respeto hacia el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez
Esquivel y los hechos de injusticia hacia aquellas personas que se quieren
manifestar en paz en defensa de sus intereses y el de la comunidad.
La delegación del Serpaj integrada por diez personas que se movilizaba en
una camioneta perfectamente identificada fue impedida de continuar su viaje por
un grupo de personas identificadas como “promineros”, que cortaban el acceso a
la ciudad catamarqueña, según informó Ana Almada, coordinadora nacional de la
organización.
“Cuando queríamos avanzar, nos cortaron el paso y pidieron que nos
identificáramos. Les dijimos que éramos del Serpaj y que veníamos a reunirnos
con los asambleístas que se oponen a la megaminería para traerle la
solidaridad, y para garantizar que la protesta se realice en paz y que no haya
ningún tipo de represión ni agresión”, explicó Almada.
Pese a responder todas las preguntas, el grupo se mantuvo en la negativa de
permitir el paso de la camioneta argumentando que la ruta estaba cortada por
decisión de un asamblea. También dijeron: “No queremos dialogar, queremos
guerra”.
Ante el impedimento, la camioneta retrocedió unos metros donde se acercó
una comisión policial “que le pidió la documentación al chofer y se la llevó a
200 metros”.
Mientras se realizaba el trámite de identificación, aumentó el número de
personas que rodeó el vehículo y al tiempo que acusaban a Adolfo Pérez Esquivel
“de que financiaba a los grupos antimineros” y lo declaraban “persona no
grata”, comenzaron a mover la camioneta y a golpearla.
La agresión motivo que la delegación volviera a retroceder y parara en otro
puesto policial, el que también pidió los documentos de identificación, que
devolvió con la sugerencia de que “lo mejor que les puede pasar es que se vayan
ahora mismo de acá”. Mientras tanto, una camioneta no identificada, siguió la
retirada de la delegación del Serpaj durante 50 kilómetros.
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